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En Toledo, en pleno barrio de la judería, rodeado de monumentos históricos como las sinagogas de Santa María la Blanca y el Tránsito, se encuentra el restaurante Dehesa de Majazul.

Un restaurante que es la prolongación de nuestra finca y quesería artesanal, localizado en el casco histórico de Toledo junto al museo El Greco.

Campo, sabor y naturaleza conviven al unísono en nuestra cocina auténtica, rústica y tradicional.

Un espacio multicultural al servicio de la gastronomía.

Flamenco fusión y música Sefardíalimentarán nuestro yantar en un compendio de sabores y sensaciones.

Restaurante La Perdiz

Nuestros salones


Disponemos de un espacio luminoso con varios ambientes que se adaptarán perfectamente a sus deseos. Tres comedores con una capacidad total para 165 personas y terraza exterior con capacidad para 70 personas.

Comedor Montes de Toledo: Situado en la planta superior, con capacidad para 70 personas, ambiente luminoso desde el cual puede observar nuestra cocina abierta. Decoración rústica.

Comedor Flamenco: En la planta inferior con capacidad para 70 comensales, Especial para comidas organizadas amenizadas con Flamenco y otras exhibiciones, gracias a nuestro tablao y decoración tipo patio andaluz.

Comedor Legionario: Comedor Privado con capacidad para 25 personas. Ideal para comidas de empresa y pequeños grupos que quieran disponer de una privacidad completa. Junto a nuestra bodega-cueva que proporciona un ambiente cálido y reservado.

Terraza el Greco: Terraza situada en la plaza Barrio Nuevo en pleno casco histórico, donde podrá disfrutar bajo olmos centenarios.


Salón Montes de Toledo

Salón Montes de Toledo

Salón Montes de Toledo

Salón Montes de Toledo

Salón Flamenco

Salón Flamenco

Salón Flamenco

Salón Flamenco

Un nuevo restaurante en el año de la capitalidad gastronómica.


Entrevista para ASITECO (Junio 2016)


Hace unos meses reabrió sus puertas en Toledo un emblemático restaurante bajo el nombre de “Dehesa de Majazul. La Perdiz”. El responsable del establecimiento ha querido mantener el nombre original, “La Perdiz”, en el que durante años se atendió a un público heterogéneo en el corazón de la judería toledana.

Lo primero que me llamó la atención fue el gerente del establecimiento, un joven toledano que compatibiliza su máster de ingeniería industrial con la dirección de este restaurante. Me venían muchas preguntas a la cabeza como el saber qué le había motivado el meterse en semejante negocio y la respuesta me pareció digna de destacar. Eduardo, Edu para los amigos, sintió, cuando vio que el restaurante se traspasaba, que podía aportar un modelo novedoso a lo que ya existía en los circuitos de restauración y atención a los cientos de turistas que pasan a diario frente a su puerta.

“Creo que podemos ofrecer una alternativa muy interesante, no solo a los turistas sino también a los toledanos, de un restaurante basado en la cocina tradicional, a buen precio y con productos de máxima calidad y en un entorno tan agradable como es el barrio judío de Toledo”. Eduardo, no es un cocinero ni viene de la hostelería pero tiene muy claro lo que quiere y para ello se ha hecho con un gran equipo, tanto en cocina como en la atención a los clientes.

“Montar una empresa no es una tarea fácil, lo más importante es saber qué es lo que uno quiere hacer y ponerse a ello conformando un equipo con los mejores profesionales en cada área” me dice y para ello contó con la ayuda de su madre que es una abogada experta en temas mercantiles y con su padre, que tiene una empresa de productos artesanales agroalimentarios como quesos, aceites y vinos de primera calidad. A todo esto hay que sumarle el hecho de que el local está especialmente adaptado para acoger grupos, tanto de turistas como para reuniones de empresa y como no para disfrutar de una buena experiencia gastronómica a título particular.

Durante unos meses estuvo estudiando el flujo de potenciales clientes y analizando cuales eran las expectativas que tenían y así, poco a poco, fue conformando el equipo que ahora atiende todos los aspectos de este complicado negocio.

Toledo, ostenta este año el banderín de capital gastronómica de España y ese reto es lo que le ha empujado a lanzar su proyecto basado en ofrecer la máxima calidad de los productos con una cuidada elaboración y a precios competitivos que permitan disfrutar a los clientes de una experiencia única.

Las ciudades españolas que han ostentado esta distinción han visto multiplicado el número de clientes y Toledo no va a ser menos. En la actualidad, se reciben cerca de tres millones de turistas al año y esa responsabilidad ha llevado al joven Eduardo a marcarse el reto de ofrecer una carta y un servicio digno de tal evento y piensa que va a lograrlo.

En la “Dehesa de Majazul. La Perdiz” se intenta aunar en un mismo establecimiento la oferta de calidad tanto para grupos como para servicios individuales o familiares. “Queremos que las personas que se sienten en nuestros comedores quieran volver o se lleven un grato recuerdo tanto de la calidad de nuestros platos como de la atención en el servicio. Pienso que hay que trabajar como si estuvieras haciéndolo para tu familia y para ello cuento con el mejor equipo”, me comenta orgulloso del grupo de profesionales que ha reunido bajo su dirección.

El restaurante está pensado para cubrir un amplio espectro de posibilidades y cuenta con un gran salón para grupos, con escenario y todo así como con una zona reservada, una pequeña bodega bien surtida, un bonito comedor y una gran cocina con cristales que la hace visible desde cualquier mesa.

La oferta gastronómica pasa por la tradicional cocina toledana que es rica en matices y en aportaciones de culturas milenarias así cómo en una carta elaborada con productos típicos de la zona, como la caza, los embutidos, quesos y excelentes vinos. En el restaurante hay espacio, también, para platos desarrollados por el equipo de cocina y recuperados del mundo judío sefardí.

“Poner en marcha el restaurante no ha sido una tarea fácil. Si montar cualquier negocio en España ya es un reto, una empresa como esta es aún más complicada pues te sometes a un examen diario y no se puede bajar la guardia. No es solo la gran inversión que hay que hacer en productos de calidad y personal también tienes que tener muy claro que no puedes defraudar a los que se acercan a disfrutar de nuestra carta” me explica mientras supervisa los productos que entran en la cocina y distribuye las tareas antes de abrir las puertas para el servicio de comidas.

Eduardo ha querido compaginar el restaurante con la venta de productos de alta calidad procedentes de la finca “Dehesa de Majazul” tales como quesos artesanos, algunos de ellos realizados bajo las prescripciones hebraicas. El hecho de tener el restaurante en el corazón de la judería le ha llevado a introducir en la carta y en los productos que se venden, una serie de reglas alimentarias llamadas kashrut, que están descritas en la Torá, analizadas y desarrolladas en el Talmud y codificadas en el Shuljan Aruj, código legal judío y que divide los alimentos en apto “kaser“o prohibido “taref“. Así en el restaurante, “Dehesa de Majazul. La Perdiz” podemos encontrar quesos artesanales y vinos que se han elaborado siguiendo estas estrictas normativas que están avaladas por autoridades hebreas.